El Guernica de Picasso

Luis Basañez Villaluenga
(Catedrático Emérito de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad Politécnica de Cataluña.)

El Guernica, de cuya realización se cumplirán 80 años en 2017, resume como ninguna otra obra de arte el horror y la catástrofe de la guerra, su crueldad e inutilidad. Es probablemente el cuadro más famoso del artista más influyente del siglo XX, Pablo Ruiz Picasso, y representa una cima de la creación artística.

En enero de 1937, el gobierno de la República Española encargó a diversos artistas españoles varias obras para presentarlas en la Exposición Universal de París de ese año, con el fin de mostrar la vitalidad cultural de España a pesar de estar inmersa en una cruenta guerra civil. Picasso fue uno de los artistas elegidos y se le encargó la elaboración de un gran mural para ser expuesto en el patio principal del Pabellón de la República Española en la Exposición de París.

El mural, de 3,1 metros de alto por 7,82 de largo, representa, en el lado izquierdo, el interior de una habitación y, en su parte derecha, el exterior de dos casas, una de ellas en llamas. Contiene seis figuras humanas: cuatro mujeres, un niño y un guerrero; y tres animales: un toro, un caballo y un ave, todos ellos de gran expresividad.

Si bien no ofrece duda el carácter antibelicista del mural, que refleja en ese sentido la postura de Picasso claramente comprometida con la paz, no resulta fácil una interpretación de la obra y, de hecho, el artista dio en varias entrevistas visiones aparentemente contradictorias. En el fondo, y siguiendo las palabras del propio Picasso, lo único importante de una obra de arte y, en particular, del Guernica es la emoción que produce en cada uno de nosotros.

El análisis del proceso creativo del artista a través de sus bocetos y de las fotografías de las diversas fases por las que pasó el cuadro puede ayudarnos a disfrutar y apreciar aún más esta obra única por su contenido artístico, simbólico y afectivo.